La violencia criminal volvió a cobrar factura en el sur de Veracruz. A plena luz del día, el herrero Fredy Pórtela Bello, de 53 años de edad, originario de Oluta, fue ejecutado brutalmente mientras realizaba trabajos en el fraccionamiento Carpin de Acayucan.
La víctima acababa de llegar al domicilio donde fue contratado para realizar labores de herrería, cuando sicarios armados le cerraron el paso y le dispararon a quemarropa sin darle posibilidad de defensa. Las detonaciones estremecieron a los vecinos, quienes sólo alcanzaron a ver cómo los agresores escapaban con total impunidad.
Personal de la Policía Estatal, Guardia Nacional y elementos ministeriales acudieron al sitio y desplegaron un operativo de búsqueda, sin lograr detenciones. Mientras tanto, peritos criminalistas recabaron casquillos en la escena del crimen. El cuerpo de Fredy Pórtela fue trasladado al SEMEFO, donde se le realizará la necropsia de ley, quedando en espera de ser reclamado por sus familiares.
Este crimen no es un hecho aislado. En noviembre de 2024, el propio Fredy y su hijo fueron privados de la libertad —en un “levantón” que generó gran movilización— pero ambos aparecieron días después con vida. Aunque los detalles nunca fueron esclarecidos por las autoridades, versiones extraoficiales apuntaban a temas relacionados con el narcomenudeo y los ajustes de cuentas que azotan esta región.
Hoy, la ejecución de Fredy Pórtela confirma nuevamente el clima de impunidad que domina en el sur veracruzano, donde el crimen organizado mantiene su poder territorial sin freno. La zona de Acayucan, Oluta y sus alrededores siguen siendo escenario de ejecuciones, extorsiones, levantones y enfrentamientos, mientras las familias viven en un permanente estado de zozobra
Con información de José Vargas.
