Varias familias de migrantes procedentes de Venezuela, que anteriormente vivían en un parque de Mérida, Yucatán, y luego fueron trasladadas a un albergue, inicialmente parecían ser parte de un hecho aislado en la Península de Yucatán. Sin embargo, el abandono por parte de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) en la región sugiere que podría ser parte de una estrategia más amplia del Gobierno mexicano para disolver las caravanas migrantes y evitar que lleguen a su destino final: Estados Unidos.
Hace apenas una semana, un grupo de migrantes venezolanos, que se encontraba en el parque de la colonia México en Mérida, enfrentaba graves dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Muchos de ellos dormían en un quiosco y vendían artículos para poder sobrevivir. La situación empeoró cuando, según los testimonios de los migrantes, personal del INM les ofreció un traslado hacia Ciudad de México, pero los abandonó en Mérida, a unos 1,500 kilómetros de su destino.
De un total de 160 personas sin documentos que llegaron a México por la frontera sur, 83 fueron trasladadas a Yucatán. En sus declaraciones, los migrantes relataron que fueron engañados por el INM, quienes inicialmente les ofrecieron apoyo para continuar su viaje, pero en lugar de cumplir con su promesa, los dejaron en Mérida. Este hecho, que parecía un error de las autoridades o el trabajo de «coyotes» o «polleros», según los migrantes, fue finalmente revelado por un informe del diario El País. El reportaje señala que no fue un fallo de las autoridades mexicanas, sino parte de una estrategia planificada por el gobierno mexicano.
La estrategia de disolución de caravanas se ha evidenciado en otras regiones. El País menciona que esta semana, autobuses con migrantes llegaron a Michoacán y Guerrero, y que el Gobierno mexicano está utilizando estos traslados para desbaratar las caravanas que salieron de Tapachula, Chiapas, hace una semana. La periodista Almudena Barragán, que cubre la situación, destaca que muchas personas aceptaron ser trasladadas después de haber estado tres semanas caminando, enfermas, cansadas y sin recursos en Tehuantepec, Oaxaca, en la región del Istmo.
A cambio de su desplazamiento, a los migrantes en Michoacán y Guerrero se les ofreció una visa humanitaria, que les permitiría transitar por el país de forma legal. Esta visa sería la recompensa por desmantelar la caravana y aceptar ser transportados a otras zonas del país. El INM y la Secretaría de Gobernación han señalado que esta medida es parte de los esfuerzos por controlar los flujos migratorios y evitar que los migrantes continúen su trayecto hacia la frontera norte.
La situación sigue siendo tensa para muchos migrantes, que, a pesar de las promesas de ayuda, se ven atrapados en un limbo entre las políticas migratorias de México y sus esperanzas de llegar a Estados Unidos. El destino de estos migrantes dependerá de las decisiones políticas que se tomen en los próximos días, mientras tanto, los testimonios de quienes han sido desplazados siguen revelando las dificultades de los migrantes en su travesía por México.
