En un acto de desesperación y hartazgo, los pobladores del ejido La Arena, situado en el municipio de Agua Dulce, iniciaron esta semana labores de rehabilitación del camino que conecta al ejido con la cabecera municipal. La acción, más que una obra comunitaria, es un grito de auxilio tras más de dos años de solicitudes ignoradas por parte del Ayuntamiento encabezado por el presidente municipal, Noé Castillo Olvera .
El camino, severamente dañado por intensas lluvias y erosión, presenta deslaves, zanjas profundas y hundimientos que dificultan el acceso de vehículos, ambulancias y autoridades. A falta de respuesta oficial, decenas de habitantes comenzaron a rellenar las zonas afectadas con llantas viejas, escombros, piedras y trozos de leña, en una faena improvisada para restablecer el paso.
“Llevamos más de dos años solicitando el arreglo al presidente municipal y no nos hace caso. Si no lo hacemos nosotros, nadie vendrá a ayudarnos”, expresó una vecina del ejido. En tantos oficios, reuniones y fotos giradas al Ayuntamiento, la única respuesta ha sido la promesa incumplida: “ya está contemplado”, pero nunca llega la maquinaria ni los recursos prometidos.
La falta de atención a esta comunidad rural refleja la disparidad en el trato municipal: mientras se destinan recursos para festivales y eventos en la cabecera, las colonias y ejidos como La Arena quedan a la deriva. “Aquí no hay fiestas ni propaganda que tapen el abandono. Solo pedimos caminos dignos y lo básico para vivir”, afirmó otro de los pobladores, visiblemente indignado.
El colapso del camino no solo representa un problema de movilidad, sino un riesgo para la seguridad y salud pública: ambulancias no pueden ingresar, vehículos rechazan los accesos impracticables, y niños y trabajadores se exponen al peligro al transitar por un trayecto en ruinas.
Hasta el cierre de esta edición, el Ayuntamiento de Agua Dulce no había emitido respuesta ni desplegado maquinaria o personal para atender la queja ciudadana. Mientras tanto, en La Arena resuenan las voces de protesta y autogestión, junto con el fuerte reclamo contra la autoridad municipal: “No somos ignorados. No pedimos lujos, exigimos lo que por derecho nos corresponde”.
En medio de esa faena comunitaria, los habitantes envían un urgente llamado a Noé Castillo Olvera: deje de mirar al centro, volteé a ver a quienes pagan impuestos y viven a diario el abandono municipal.
Con información de José Vargas.




