Para muchas personas, el hecho de nunca haberse desmayado puede parecer una señal de buena salud o incluso de resistencia física. Sin embargo, expertos en salud neurológica y del sistema nervioso advierten que esta condición, aparentemente inofensiva, podría tener más implicaciones de las que se cree.
Desde un punto de vista médico, el desmayo es una reacción de protección. Cuando el cerebro detecta una caída súbita en la presión arterial o una alteración del ritmo cardíaco, responde interrumpiendo brevemente la conciencia para reducir la demanda de oxígeno y permitir al cuerpo recuperar el equilibrio. Este mecanismo está controlado por el sistema nervioso autónomo, el cual regula funciones automáticas como la respiración, el ritmo cardíaco y la dilatación de los vasos sanguíneos.
Entonces, ¿qué implica que una persona nunca se haya desmayado? Algunos investigadores plantean que podría deberse a un sistema nervioso excepcionalmente estable o a una función cerebral que no requiere de este tipo de respuesta ante situaciones extremas. Pero también puede significar una falta de exposición a estímulos críticos, lo que no necesariamente indica una salud superior.
Decir “nunca me he desmayado” puede ser común entre personas jóvenes o adultas que nunca han experimentado un episodio crítico de salud. No obstante, algunos médicos advierten que nunca haber experimentado un síncope puede implicar que el cuerpo no está reaccionando de manera esperada ante ciertos desequilibrios fisiológicos.
Un artículo publicado en el Journal of Clinical Neuroscience expone que hay personas con condiciones cardíacas o neurológicas que, al no presentar síntomas como desmayos, pueden tardar más en recibir un diagnóstico adecuado. En otras palabras, nunca haberse desmayado no garantiza que todo funcione perfectamente; al contrario, podría enmascarar alguna disfunción silenciosa del sistema nervioso o de la regulación vascular.
El hecho de nunca haberse desmayado no debe interpretarse como un indicador único de salud o enfermedad. Cada organismo es distinto, y la ausencia de síncopes no implica necesariamente un fallo. Sin embargo, los médicos recomiendan estar atentos a otros síntomas que puedan indicar problemas de fondo: palpitaciones frecuentes, mareos intensos, visión borrosa o fatiga crónica.
Ante cualquier duda, lo ideal es realizar una evaluación médica integral que incluya estudios cardiovasculares y neurológicos. Solo de esa manera se puede determinar si el cuerpo está reaccionando adecuadamente a los estímulos fisiológicos o si hay alguna disfunción oculta