Un artículo reciente de Excélsior destaca que vivir a más de una hora de distancia del trabajo no solo representa una molestia logística, sino que también es un factor de riesgo para la salud mental, física y emocional. Investigaciones en salud pública, psicología laboral y urbanismo coinciden en que los trayectos laborales prolongados pueden deteriorar la salud de manera silenciosa y progresiva.
Los efectos acumulativos de los desplazamientos largos incluyen aumento del estrés, fatiga crónica, trastornos del sueño y una mayor propensión a enfermedades cardiovasculares. Además, el tiempo invertido en traslados reduce las oportunidades para actividades recreativas y de descanso, afectando la calidad de vida.
Algunas empresas han comenzado a implementar estrategias de bienestar laboral, como horarios flexibles, jornadas comprimidas y transporte corporativo, para mitigar estos efectos. Sin embargo, aún queda mucho por avanzar en la concienciación y adaptación de políticas que consideren el impacto de los desplazamientos en la salud de los trabajadores.
Este fenómeno refleja una problemática más amplia relacionada con la planificación urbana y la distribución geográfica de oportunidades laborales, que requiere atención tanto de autoridades como de empleadores para promover entornos laborales más saludables y sostenibles.
